Tanto PP como PSOE son dos organizaciones orientadas
al delito y al enriquecimiento de sus dirigentes; dos mafias en las que
se practica la solidaridad interna y la omertá; dos mafias
perfeccionadas que se benefician del control de una Justicia mediatizada
y corrompida, lo que les dota de impunidad, y también de los medios de
comunicación, con lo que han erradicado al periodismo de investigación
–puede llegar a ser una forma de suicidio personal- y han minimizado la
denuncia.
Esa descripción no pretende ser insultante, sino que refleja la
estricta realidad. No tengo la menor duda de que en un Estado de Derecho
tanto el PP como el PSOE serían ilegalizados como bandas organizadas
para el delito. En términos de análisis, Al Capone tenía comprado al
alcalde de Chicago, a miembros de la Justicia y a oficiales de la
Policía. Ahora Al Capone es el alcalde, Frank Niti es oficial de Policía
y los jueces son directamente elegidos por las mafias, de modo que ni
tan siquiera han de pagarles la mordida pues en enjuague corre a cargo
del extorsionado contribuyente.
El PSOE desarrolló muy pronto, en el felipismo, ese esquema de mafia
que se enseñoreó de todas las instituciones de control como la Guardia
Civil, el BOE o el Banco de España. La financiación ilegal del PSOE se
estableció de manera mafiosa a través de extorsiones a las empresas.
Toda aquella situación tuvo la consecuencia del amordazamiento
definitivo de la Justicia. Ese esquema mafioso socialista se ha
perpetuado de manera muy notoria en Andalucía, como ejemplifican casos
como Mercasevilla o los ERE, que hablan de una red mafiosa muy extendida
en diversos estratos y que afecta a toda la Administración.
El caso del PP no es menos ni más escandoloso porque tanto en su
refundación como hasta el acceso del poder con José María Aznar en 1996
ese partido se presentó como oferta para limpiar la vida pública
española. Lejos de ello el Partido Popular ha alcanzado niveles
equivalentes y en no pocos caso superiores al partido socialista. Soy
testigo de cómo el Partido Popular de la Comunidad Valenciana se
corrompió en bloque al día siguiente de acceder al poder y lo hizo
acudiendo a los mismos empresarios a los que había denunciado como
corruptores en la órbita socialista. Así, en Alicante siguió mandando
Enrique Ortiz o en Orihuela, Ángel Fenoll, y en la medida en que el
Partido Popular extendió y consolidó su poder la corrupción se hizo
capilar y se practicó a gran escala.
En Alicante el desarrollo de mafia del PP llegó hasta el asesinato.
Concejales del PP de Polop de la Marina encargaron a sicarios el
asesinato de alcalde de dicha localidad, perteneciente al PP, por
disputas urbanísticas.
De hecho, el PSOE y el PP, en cuanto mafias competidoras, han
colaborado en el delito, la mordida y la depredación en aquellos lugares
donde han compartido el poder, como grupos de gansters que pertenecen a
un mismo orden moral. Respondiendo al dicho de que entre bomberos no se
pisan la manguera, PP y PSOE se han corrompido en comandita donde y
cuando han podido. Como mafias que entran en litigio, PP y PSOE han
hecho repartos ventajosos para ambos en cuanto a su esencia constitución
delictiva. Lo han practicado así en cada una de las cajas de ahorro que
han ido hundiendo.
Así, en Caja Castilla-La Mancha la mafia dominante es la socialista,
pero la Comisión de buen gobierno estaba presidida por el destacado
miembro del Partido Popular, Arturo García Tizón e Ignacio del Hierro,
esposo de María Dolores de Cospedal, se lucraba de la Corporación
Industrial como miembro del Consejo de Administración, con puesto muy
bien remunerado.
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