La humanidad se encuentra en un proceso de cambio integral. Los
valores, la ética, las creencias, la forma de vida, el respeto a la
naturaleza, el trabajo, el consumo, la economía, las instituciones
públicas… todo esto está en un proceso de cambio inevitable. Es
inevitable, porque a pesar de nuestra actitud inmovilista, el planeta
tiene mecanismos propios para detener nuestra actitud depredadora. El
modelo de los países desarrollados tecnológica y económicamente es
imposible de mantener, es una realidad, la escasez de los recursos
naturales, nuestro impacto sobre la naturaleza y nuestra actitud
indiferente al respecto nos enfrentan al colapso de todo un modelo de
vida.
El sistema capitalista nos ha llevado hasta donde hoy estamos, la
propia lógica de este sistema, que es la de la competición, la
explotación de la vida y la mercantilización a cualquier precio, nos ha
llevado a no cuestionarnos qué sentido tiene todo lo que hacemos con el
planeta y con los seres vivos que en él habitan. Llegados a este punto, y
como no hemos sabido establecer los límites éticos y físicos, el
planeta nos impone sus propios límites, es este escenario en el que nos
encontramos actualmente, y tal vez por ello la concienciación respecto a
los problemas que ya están encima de la mesa, esté creciendo poco a
poco. La pretensión de este artículo, es dar algunas pistas para
acelerar este proceso de concienciación para que comencemos a construir
un nuevo mundo, un nuevo paradigma humano que garantice la supervivencia
del planeta en su conjunto.
A través de los medios de comunicación, instituciones, economistas de
toda índole, el cine, la publicidad… se nos vende la idea de que el
consumo es la piedra filosofal del bienestar, que garantiza el
crecimiento económico y por tanto garantiza que tengamos acceso a un
trabajo, con el fin de poder seguir manteniendo los niveles de consumo.
Este mantra se ha extendido hasta el punto de que la propia sociedad lo
defiende como algo indiscutible. Como cada vez somos más personas las
que habitamos este planeta, este sistema requiere de un crecimiento
perpetuo. Lo que sucede es que para mantener este sistema de crecimiento
infinito, necesitaríamos tener recursos naturales infinitos para poder
transformarlos en energía que hagan posible todo este entramado. A estas
alturas, ya sabemos que estamos en el ocaso de la mayor parte de los
recursos naturales que hacen posible nuestro modo de vida (petróleo,
uranio, gas, carbón…). El colapso, algo que muchos expertos llevan
anunciando años, ya está llegando a los países desarrollados, sin
embargo, el colapso es una realidad desde hace muchos años en los países
del Sur, que paradójicamente son los que más recursos tienen bajo sus
pies, llevamos demasiado tiempo viviendo a costa de su escasez.
Si hablamos de sostenibilidad, no hablamos solamente de fomentar las
energías renovables -asignatura pendiente en la que vamos con mucho
retraso- hablamos de reducir el consumo en los países desarrollados en
al menos un 70%. No cabe duda, de que esta realidad a la mayor parte de
la sociedad le parece inalcanzable. Nada más lejos de la realidad, el
decrecimiento es una imposición física del planeta, la discusión es si
vamos frenando antes de llegar al precipicio y preparamos algún tipo de
paracaídas casero, o por el contrario aceleramos y caemos en picado y a
toda máquina. Ejemplos hay en el planeta de sostenibilidad: Cuba es un
país sostenible ecológicamente, por razones varias, para empezar no hay
un coche por cada 2 personas, la bicicleta, el transporte colectivo, o
caminar, son las formas habituales de moverse en la isla. Las frutas y
verduras son las protagonistas en la dieta. Estos saludables hábitos,
hacen que la esperanza de vida en Cuba sea superior a la de Estados
Unidos. La paradoja de este caso, es que Cuba lleva décadas padeciendo
un bloqueo comercial impuesto por el imperio norteamericano, algo que
les ha enseñado a vivir con poco, y es que claro, el consumismo es
imposible en estas condiciones.
En Europa y Estados Unidos vamos en el camino opuesto, el Tratado de
Libre Comercio que quieren imponer los poderes económicos, nos llevan
sin duda a seguir en el mismo modelo de consumo, productividad, recortes
de derechos sociales y el crecimiento de la desigualdad.
Los partidos políticos son una de las patas que sostiene este modelo,
ya que su objetivo es ganar las próximas elecciones, y claro, ¿cómo
decirle al pueblo que tenemos que reducir nuestro consumo en la
situación en la que actualmente nos encontramos?. Teniendo en cuenta
además, que los medios de comunicación no dan espacio al discurso del
decrecimiento ¿y por qué razón?, porque dependen de la publicidad,
publicidad de mercancías que han de ser consumidas para que la rueda
siga girando.
¿Y cuál es la solución? La solución a estas alturas es complicada,
pero tenemos a nuestro alcance que el golpe que va a suponer el fin de
los recursos no sea tan traumático, y para ello debemos de transformar
todo el modelo. Antes hablaba de reducir un 70% el consumo de energía,
eso conlleva automáticamente, reducir la jornada laboral en el mismo
porcentaje, potenciar la economía local, la agricultura ecológica (no
olvidemos que el sistema alimentario acapara la mayor parte del consumo
de petróleo), reducir también el consumo de carne, ya que la tierra
fértil utilizada para piensos animales requiere de cuatro veces más
espacio que la agricultura para consumo humano. Cambiar el modelo de
producir mercancías, por un modelo de cuidados de la vida, hay mucho
trabajo que hacer con el daño que se la ha hecho y se le sigue haciendo a
la vida, las personas bajo este sistema enferman por culpa de la
alimentación, la contaminación, la vida en las grandes urbes, el estrés,
las personas cada vez viven más, pero requieren de más cuidados, esa
sin duda es la economía que debemos de potenciar, basada en el apoyo
mutuo y en la salvación y mantenimiento de la vida y la naturaleza. Los
bosques, los animales en peligro de extinción, los ríos, el
calentamiento y oscurecimiento global, hemos explotado tanto la
naturaleza que ahora toca paliar los daños, hasta los nuestros propios.
No nos debemos de encerrar en el pesimismo, tenemos a nuestro alcance
cambiar nuestras vidas, trabajando mucho menos, promoviendo la
autogestión, la ecología y el apoyo entre seres vivos. Se puede vivir
mejor con menos. ¿Comenzamos?
@AlexCorrons para laRepública.es
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