La primera vez que escuché hablar de
la Economía del Bien Común (EBC) fue a través de Internet, en un
video en el que un señor, llamado ChristianFelber, explicaba muy didácticamente en qué consistía, y cómo
se podría articular la EBC, para crear un mundo más justo y
equitativo, a la par que respetamos el planeta en el que vivimos y a
sus habitantes.
He de reconocer que en un primer
momento, me mostré escéptico ante este asunto, ya que siempre salen
nuevas ideas económicas que no resuelven el problema de fondo. En
este caso yo echaba de menos una crítica más fuerte sobre el
sistema monetario o la usura. Pero he de decir, que acabé
entendiendo, que las bases democráticas que sentaría un sistema
como la EBC, provocaría irremediablemente ese debate, una vez se
comience a implantar. Y ¿por qué?... pues voy a detallar, en qué
consiste este sistema y lo acabaréis entendiendo perfectamente.
Según una reciente encuesta en
Alemania el 88% de los habitantes desea un nuevo orden económico. Y
en Austria, donde la calidad de vida es superior, esta cifra alcanza
el 90%. ¿Existe algún precedente en la historia de la humanidad en
el que 9 de cada 10 personas se pusieran de acuerdo en algo? Es
difícil poner de acuerdo a tal porcentaje de personas dentro de una
sociedad. Este ya es un síntoma de que no se están haciendo bien
las cosas.
La EBC se basa en poner en paralelo los
valores, deseos o anhelos personales y relaciones humanas, los que
nos aportan bienestar y felicidad interior, con el sistema económico.
Las bases de la EBC, están sentadas sobre el trabajo de Christian
Felber, que es miembro fundador de ATTAC Austria, entre otras muchas
cosas, y 15 empresarios (de manga corta según comenta Felber) que
les ha tocado el corazón la idea, y también su implementación
práctica. Esto comenzó en 2010 y a día de hoy ya se han sumado al
proyecto 600 empresas de 14 países.
La explicación a que tanta gente esté
de acuerdo en cambiar el orden económico es sencillo. Los valores
personales que más valoramos en nuestra vida personal: honestidad,
aprecio, confianza, responsabilidad, solidaridad, compartir... chocan
frontalmente con los valores impuestos en la legalidad del sistema
económico actual: egoísmo, avidez, envidia, desconsideración,
irresponsabilidad, desconfianza... estos valores son consecuencia de
que el sistema económico dominante, impuesto por decisiones
políticas, juega con dos factores esenciales, el mayor lucro
posible, es decir, el máximo beneficio financiero, y la máxima
competencia como valor preponderante. El problema es que estos
patrones que no queremos para nuestra propia vida personal, son
potenciados por la legalidad vigente, y evidentemente se han
extendido de la realidad empresarial a nuestras propias vidas, ya que
gran parte del tiempo, lo pasamos dentro del ambiente empresarial,
como trabajador o empresario.
Entonces ¿qué pasaría si en lugar de
fomentar los vicios humanos, fomentamos las virtudes humanas? Aquí
está la clave de la EBC. Actualmente el sistema económico se basa
en lucro y competencia, y la EBC pretende dar un giro a la política
y sustituir gradualmente el sistema económico por la cooperación y
el bien común.
¿Cómo medimos el éxito económico
hoy? El objetivo originario de la economía es satisfacer las
necesidades y aumentar la calidad de vida. El dinero es un medio para
organizar la producción y el trabajo de forma compleja, por lo que
no podemos medir el éxito del sistema económico mirando el medio
utilizado, en este caso el dinero, lo tenemos que medir según la
meta originaria, la satisfacción de las necesidades y la calidad de
vida.
El Producto Interior Bruto (PIB) de un
lugar no nos revela el éxito de una sociedad, no nos dice si sus
habitantes viven en paz o en estado de guerra, si tenemos democracia
o dictadura, no nos dice tampoco el cuidado del ecosistema existente,
si el reparto de la riqueza es justo, si hay una minoría excluida, o
gente que pasa hambre, si en una sociedad hay confianza o miedo, no
nos vamos a enterar viendo un PIB creciente, este es un error
metodológico fundamental. La EBC propone sustituir el PIB por la
medida del cumplimiento de los valores que hacen que el ser humano
viva con mayor calidad de vida. ¿Y cómo se puede medir? Un ejemplo
es el estado de Bután, en el que miden en lugar del PIB, el
indicador de felicidad nacional. Ellos una vez al año, preguntan a
toda la población, mediante un formulario, preguntas del tipo:
¿confía usted en sus vecinos? ¿cómo ve el futuro? ¿qué tal les
va a sus hijos? ¿tiene cada día tiempo para recrearse o meditar?...
son 70 preguntas, y con ellas se pueden acercar al estado de
felicidad general que sienten sus habitantes, mucho más que midiendo
el crecimiento del PIB.
El valor de las empresas, al igual que
el PIB, se basa en un indicador financiero. Por lo tanto, una empresa
que triplica sus beneficios financieros ¿nos dice algo de si esta
empresa crea o destruye empleo? ¿mejora o empeora las condiciones de
los trabajadores? ¿trata igual a mujeres y hombres? ¿cuida o
destruye el medio ambiente? ¿fabrica armas o alimentos biológicos
locales? No nos dice nada fiable de los valores que realmente sirven
para el bienestar de las personas. Incluso los empresarios que ponen
en práctica valores poco o nada éticos, tampoco pueden ser felices
en lo más profundo de su persona, vulnerando la felicidad de los
demás. Esto no significa que haya que olvidarse de la viabilidad
económica de un proyecto empresarial, simplemente se trata de
priorizar los valores sobre el beneficio monetario.
Si nos fijamos en los valores más
repetidos en la Constitución de la mayor parte de los países, los
cinco más comunes de todas son: dignidad humana, solidaridad,
sostenibilidad ecológica, justicia social, y participación
democrática y transparencia. Por lo tanto, cabría decir que la EBC
no es nada nuevo, solo pretende poner en congruencia, los valores que
ya están escritos en las Constituciones, en el espíritu con el que
teóricamente se crearon y trasladarlos al mundo empresarial.
Todo esto es posible, gracias al
Balance del Bien Común (BBC) que han elaborado en base a estos
valores. De forma que los productos que nosotros compramos estarían
señalados en su código de barras con un color, en función del
compromiso con el bien común de la empresa que crea el producto, con
cinco niveles de compromiso, para que el consumidor sea consciente de
a quién está comprando, si fomenta el bien común o no lo hace y en
qué grado. Pero claro, hoy día, podría poner muchos ejemplos,
muchos de estos productos que no cumplen con los requisitos del bien
común, son muchas veces más baratos que los productos que si los
cumplen. Por lo tanto, esto es otra cosa que habría que invertir. Se
pueden cambiar las tornas, con medidas de incentivación impositiva.
La propuesta de la EBC es que los impuestos que tengan que pagar las
empresas, vayan en función a su aportación al bien común, con lo
que tendríamos un rango de impuestos o tasas desde el 0% hasta el
100%, con lo que las grandes multinacionales que utilizan las malas
prácticas para obtener beneficios a toda costa, se encontrarían
obligadas a cambiar su forma de actuar si quieren pagar menos
impuestos. También con la creación de nuevas entidades bancarias,
que no prioricen la maximización de los beneficios económicos, y
que a la hora de dar préstamos o ventajas en depósitos, el criterio
se fundamente en el cumplimiento del BBC de las empresas. Asimismo,
también los organismos públicos tendrían muy en cuenta en el
momento de poner a concurso una obra o servicio, tendría mucha
importancia el BBC, de esta forma desaparecerían del mercado las
empresas que no fomentaran el bienestar general.
Hay mucho más, la elaboración de un
marco legislativo para las empresas que prohíba: las inversiones
financieras con los beneficios para especular en los mercados;
absorber a otras empresas contra su voluntad (OPA); distribución de
los beneficios a personas que no trabajan en la empresa; y la
donación a partidos políticos.
Otra medida que propone el sistema de
la EBC, es erradicar las desigualdades salariales. En Austria los
salarios más elevados de los altos cargos en las empresas son 800
veces el salario mínimo, en Alemania 5.000 y en EEUU hasta 360.000
veces. Felber, explica que en más de 400 auditorios con una media de
200 personas, ha encuestado a los asistentes mediante un juego, ¿cuál
sería el límite entre salario mínimo y máximo que establecerían
de forma justa? En 380 ocasiones, la cifra resultante ha sido de 1 a
10. Con lo que si un alto cargo de un banco o multinacional quiere
autoimponerse un salario de 25.000 euros al mes, el empleado que
menos cobre, tendrá que percibir un salario no inferior a 2.500
euros.
Todas estas propuestas, que explica muy
bien Felber, dejan bien claro que deben quedar abiertas a la decisión
popular, de forma democrática y asamblearia, para que entre todos
decidamos cuáles deben ser los patrones de nuestro bienestar común.
A cualquiera le puede parecer utópico, pero la forma de construir
una sociedad más justa ha de ser implantada de abajo hacia arriba y
no al revés, que es la situación que tenemos actualmente, y que no
tiene lógica alguna.
Por último me gustaría compartir este
video del programa de Canal33, “Singulars” en el que Christian Felber
explica la Economía del Bien Común. Si alguien se siente interesado en profundizar o en colaborar con este nuevo sistema puede encontrar más información en http://economia-del-bien-comun.org/