Artículo escrito por DIEGO
CAMACHO LÓPEZ-ESCOBAR
1) El incremento del presupuesto de Defensa. Para 1981 se contemplaba doblarlo con relación al existente durante el último año de la administración de Carter y triplicarlo para 1985. El objetivo declarado de este notable aumento era el poder implementar un nuevo sistema de armas que sería conocido como “la Guerra de las Galaxias” y que a medio plazo sería una de las causas principales en el derrumbe de la URSS, al no poder soportar la nueva carrera de armamentos que planteaba la Casa Blanca.
2) Respaldo a dictaduras del hemisferio occidental, con tal que tuvieran gobiernos incondicionales a los EEUU, como Chile, Argentina y Uruguay.
3) Respaldo a movimientos guerrilleros, contrarios a la Unión Soviética: la UNITA (Angola), la CONTRA (Nicaragua) y la guerrilla afgana de los talibanes.
Su control era esencial para garantizar el apoyo a Israel, pieza vital en el desarrollo estratégico de Oriente Próximo; para lo cual era preciso contar con el dominio de las dos orillas, o lo que es lo mismo, con la estabilidad y fiabilidad de aquellos países que tenían importancia estratégica en este mar interior o que albergaban bases utilizadas por las USAF. Se trataba, en definitiva, de poder garantizar la acción de la VI Flota para que su apoyo operativo y logístico se realizara sin sobresaltos.
Visto el descontento existente en el Ejército, dicha acción podía actuar como un detonante en la Mayor parte de las Capitanías Generales. La legitimidad quedaba a salvo, en opinión de los golpistas, si Armada era votado por los representantes de la soberanía nacional.
SU
EXPERIENCIA RELACIONADA CON EL 23-F
Durante
el 23-F Diego estaba destinado en la unidad del CESID que participó
más directamente en la asonada golpista. A los pocos minutos de
entrar Tejero en el Congreso, pudo comprobar que durante el día en
el centro se había realizado acopio de víveres y bebidas para toda
la noche y que varios agentes habían sido encapsulados
informativamente y puenteados en su función por el jefe de la
unidad.
Pasada
la media noche, el capitán Camacho se introdujo con otro agente en
el Congreso, unos 10 o 15 minutos después de la llegada de Pardo
Zancada, y fueron testigos directos del clima existente y de las
razones que habían motivado el enfrentamiento entre Armada y Tejero.
A
las 05:00h del 24-F, ambos agentes se trasladaron a la sede central
del CESID para comunicar a Javier Calderón la autoría intelectual
del golpe. Ese mismo día también le informaron de la participación
de la unidad y de varios agentes dirigidos por Cortina en la asonada.
Más adelante, los cuatro agentes que habían descubierto la
implicación del CESID, impulsaron una investigación interna que no
se materializó hasta un mes después, una vez que fracasaron los
intentos de la Dirección para que lo descubierto fuera silenciado.
Dicho
informe sería ocultado a las defensas de los implicados y mutilado
parte de su contenido.
El
intento de golpe de Estado en España es “un asunto interno”,
sentenció el general Alexander Haig en París, al ser preguntado por
una periodista.
La
aseveración del Secretario de Estado norteamericano, en un ejercicio
de aplicación estricta de la “doctrina Estrada”, era sólo una
verdad a medias, puesto que no se trataba de un mero desajuste
político generado por el cambio de régimen, además existía un
factor que interesaba mantener oculto a la opinión pública y que
consistía en la salvaguarda de los intereses estratégicos en el
Mediterráneo occidental de nuestro principal aliado, los Estados
Unidos.
Algunos
meses antes, durante la segunda mitad de 1980, tuvo lugar la campaña
electoral para elegir Presidente en los EEUU.
El
candidato republicano Ronald Reagan supo captar de inmediato la gran
preocupación existente en la opinión pública norteamericana por
dos hechos acaecidos en 1979: la caída del Sha de Persia, que
significaba la perdida del principal aliado estratégico en Oriente
Medio y la invasión de Afganistán por la URSS, que permitía en
caso de triunfar establecer el control soviético sobre la meseta de
Pamir y el golfo Pérsico.
Para
resolver la situación creada, Reagan preconizaba en su programa
electoral, dar un giro
radical a la política exterior de los EEUU, caso de llegar a ser
elegido.
La
distensión y la coexistencia entre las dos superpotencias, llevada a
cabo durante la administración
de Carter, debía terminar para dejar paso a una política firme que
defendiera los intereses norteamericanos allí donde se encontraran
amenazados.
El
triunfo electoral de Reagan, en Noviembre de 1980, supuso la puesta
en práctica de lo que había prometido en la que sería la última
década de la guerra fría. Su política de Seguridad Nacional fue un
éxito completo al lograr su objetivo, impensable al inicio de su
mandato, y que fue la desaparición de la URSS como amenaza
estratégica.
La
nueva política tuvo tres pilares esenciales:
1) El incremento del presupuesto de Defensa. Para 1981 se contemplaba doblarlo con relación al existente durante el último año de la administración de Carter y triplicarlo para 1985. El objetivo declarado de este notable aumento era el poder implementar un nuevo sistema de armas que sería conocido como “la Guerra de las Galaxias” y que a medio plazo sería una de las causas principales en el derrumbe de la URSS, al no poder soportar la nueva carrera de armamentos que planteaba la Casa Blanca.
2) Respaldo a dictaduras del hemisferio occidental, con tal que tuvieran gobiernos incondicionales a los EEUU, como Chile, Argentina y Uruguay.
3) Respaldo a movimientos guerrilleros, contrarios a la Unión Soviética: la UNITA (Angola), la CONTRA (Nicaragua) y la guerrilla afgana de los talibanes.
En
definitiva, Reagan y su equipo habían decidido dar un giro de 180
grados a la política desarrollada por la anterior administración y
plantean su apuesta tanto en el plano militar global como en el marco
de la guerra asimétrica, tradicionalmente dejada a la iniciativa de
los movimientos revolucionarios controlados por el Kremlin.
Este
diseño estratégico llevaría a la Casa Blanca a considerar como
hipótesis probable la utilización de armamento nuclear táctico en
Europa, en un eventual enfrentamiento entre la OTAN y el Pacto de
Varsovia, y sin que esa circunstancia llevara forzosamente a la
confrontación nuclear total o a la extensión del conflicto hacia
otros teatros de operaciones.
En
ese contexto y dentro del espacio europeo, el Mediterráneo adquirió
una importancia decisiva y prioritaria en los planes de operaciones
del Pentágono, del Departamento de Estado y del Consejo Nacional de
Seguridad.
Su control era esencial para garantizar el apoyo a Israel, pieza vital en el desarrollo estratégico de Oriente Próximo; para lo cual era preciso contar con el dominio de las dos orillas, o lo que es lo mismo, con la estabilidad y fiabilidad de aquellos países que tenían importancia estratégica en este mar interior o que albergaban bases utilizadas por las USAF. Se trataba, en definitiva, de poder garantizar la acción de la VI Flota para que su apoyo operativo y logístico se realizara sin sobresaltos.
En
Septiembre de 1980 Reagan no ha ganado todavía, aunque todas las
encuestas le dan como claro favorito.
Es
a partir de entonces, en poco más de un año, cuando se producen en
el Mediterráneo una serie de acontecimientos políticos que van a
proporcionar a EEUU el control absoluto sobre el Mare Nostrum, son
los siguientes:
Ese
mes es derrocado el gobierno liberal turco, que encabeza Süleyman
Demirel, y toma el poder el ejército a cuyo frente está el general
Evren.
Este
golpe fue al principio incruento, aunque vista la tranquila reacción
internacional, sobre todo la referida a los socios de la OTAN, sería
seguido por una cruenta represión que laminó a los principales
opositores al gobierno golpista.
En
Noviembre de ese mismo año Grecia reintegra sus FFAA al Mando
Militar de la OTAN, del que había salido en 1974.
En
Diciembre de 1980 muere en un accidente de aviación, todavía no
esclarecido, el fundador del partido socialdemócrata y Primer
Ministro de Portugal Sa Carneiro.
En
Enero de 1981 EEUU suscribe, por primera vez con Marruecos, un
tratado de venta de armamento pesado (carros de combate y aviones) y
tranquiliza al sultán sobre la continuidad del apoyo norteamericano
a la anexión marroquí del Sahara Occidental. Dos meses más tarde
la promesa de los EEUU se materializará.
Hassan
II, respaldado por París y con el visto bueno de Washington, apoyará
un golpe militar en Mauritania, que irá en detrimento del precario
equilibrio mantenido en el Magreb
entre Marruecos y Argelia y, lo que es más importante para los
planes del sultán, Mauritania abandonará el tercio del Sahara que
le había correspondido según los acuerdos de Madrid, con excepción
de La Güera, y que Rabat podrá ocupar pocos
días
después.
En
España, con la resaca del 23-F, este acontecimiento recibió muy
poca atención. En el mes de Agosto de ese año Marruecos iniciará
la construcción del muro que divide la zona ocupada de la liberada.
El
23 de Febrero se produce en España un intento de golpe de Estado que
fracasa. Inspirado, planeado y ejecutado por el acuerdo de las
principales fuerzas políticas e institucionales del sistema, que se
ponen de acuerdo en derribar al primer Presidente elegido
democráticamente en la Transición, Adolfo Suárez, para variar el
rumbo que esta había tomado, y que utilizan al Ejército como
herramienta de la operación.
También
en Marzo tuvo lugar en Portugal una alianza entre socialdemócratas,
demócratas cristianos y Mario Soares, quien actúa en contra de lo
decidido por el PSP, con objeto de provocar la caída del Presidente
Ramalho Eanes, último vestigio de la revolución de los claveles.
En
Mayo se descubrirá en Italia la trama golpista de la Logia P-2 de
Lucio Gelli y sus conexiones con la mafia, la democracia cristiana,
el Vaticano y la red “Gladio”.
En
Noviembre de 1981 los EEUU logran, con el permiso de Anwar el Sadat,
estacionar por primera vez tropas norteamericanas en Egipto.
Militares integristas egipcios asesinaran al Rais durante la
celebración de un desfile militar en el mes de Diciembre. El sucesor
de Sadat, Hosni Mubarak, conseguirá acabar con la conspiración
integrista y garantizar los acuerdos de paz que habían sido firmados
con Israel en Camp David.
Es
en esta sucesión de acontecimientos políticos, que tienen lugar
durante la segunda mitad
de 1980 y todo el año 1981, donde hay que enmarcar el fallido golpe
de Estado en España.
El
“golpe de timón” no era solo un simple asunto interno, sino que
además buscaba asegurar una Mayor estabilidad política y militar en
la Península Ibérica.
En
ese contexto internacional, la entrada de España en la OTAN revestía
para los EEUU una importancia capital al ser la pieza que faltaba en
el planeamiento estratégico para el sur de Europa.
Suárez
constituía un estorbo, se le reprochaba que actuara de forma
tercermundista en la articulación
de la política exterior y mostrara gran preocupación por temas
estratégicamente menores o que estaban fuera de su campo de
influencia:
Como
la búsqueda de una solución para el pueblo palestino, la nueva
formulación para una cooperación económico–política de Europa
con los países del África subsahariana, la apertura de nuevas vías
de participación en la problemática política de Iberoamérica o el
acercamiento a líderes como Castro y Arafat vinculados a los
intereses soviéticos.
En
resumen el Presidente español, con la previsible llegada de Reagan a
la Presidencia y la puesta en marcha de sus nuevos objetivos
estratégicos, era un obstáculo importante. Es aquí donde se
encuentra una de las claves del 23-F y el principal motivo de la
pérdida del
favor real, en la segunda mitad de 1980, por parte del Presidente del
Gobierno.
Los
nuevos aires estratégicos en Washington se complementan en Madrid
con la acción psicológica de los oficiales golpistas del CESID
sobre el Jefe de Estado, al que convencen de que por la singularidad
de su ascensión al Poder, Suárez está vinculado a Juan Carlos y
que su estrella en declive puede arrastrar en su caída al monarca e
incluso a la Corona. Para
evitarlo es necesario distanciarse cuanto antes del Presidente y
provocar su caída, operación en la que todo el mundo está de
acuerdo, incluso sus ministros.
El
Rey al igual que otros políticos, con buenas conexiones en
Washington, fueron alertados de por dónde iban a soplar los nuevos
vientos y el inicio para el abandono del barco empieza a producirse.
No puede pasarse por alto que desde antes de asumir la Jefatura del
Estado el Rey de España obtiene todo el apoyo de la Casa Blanca en
su entronización a cambio de seguir fielmente los objetivos
estratégicos de la misma.
El
asunto del Sáhara y la marcha verde serán la primera prueba de esta
sintonía. Quedaría en evidencia que el deseo de Washington en
apoyar al sultán de Marruecos y fortalecerlo
en la región, pasaba por encima de los intereses españoles. Juan
Carlos, Jefe de Estado interino, actúa en función de las directivas
que recibe de Vernon Walters, subdirector de la CIA y amigo de Hassan
II desde 1942.
El
primer Presidente elegido por los ciudadanos en la naciente
democracia española pronto se quedaría solo y así los planes de
recambio para España podrán activarse fácilmente en el momento que
se materialice la victoria electoral de Reagan.
El
sucesor de Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, afirma en sus memorias que
él tenía claro desde 1977 que era necesario incorporar a España en
la CEE y en la OTAN.
“¿Lo
veía tan claro Adolfo Suárez en los años de su presidencia?”
-Se
contesta don Leopoldo-.
“Probablemente
no.”
El
caso de Felipe González es todavía más ilustrativo. Hace campaña
electoral en 1982 en contra de la entrada de España en la OTAN,
logra con 202 diputados la Mayoría absoluta.
Dos años después de entrar en la Moncloa, hace borrar del programa
del partido la oposición del PSOE a dicha entrada.
En
1986 organiza y gana un referéndum apoyando el ingreso. Uno de los
más militantes en el rechazo inicial, Javier Solana, ocuparía años
después el cargo de Secretario General de la Alianza Atlántica.
La
conducta seguida por estos dos presidentes (Calvo Sotelo y Felipe
González), demuestra lo afirmado más arriba. El ingreso de España
en la OTAN era un factor determinante para los EEUU, en el diseño de
la seguridad estratégica aliada en el sur de
Europa.
El
doble lenguaje de González hacia sus militantes y hacia los
ciudadanos pone también de manifiesto el compromiso adquirido y
cumplido con el Rey con quien iniciaría, al más puro estilo Bogart,
una gran amistad.
El
cambio que iba a experimentar la política exterior de los EEUU, en
caso de vencer Ronald Reagan en las elecciones de Noviembre, era
perfectamente previsible en el resto del mundo y España no era una
excepción.
La
opinión de la Santa Sede, en la evolución política de España, va
a tener una gran importancia tanto para los políticos cercanos a la
ideología de la democracia cristiana como para algunos militares
próximos al Opus Dei. Una vez embarcados en el proceso conspirativo,
será Roma quien tranquilice sus conciencias sobre la empresa que
piensan acometer.
El
hecho de que sea Juan Pablo II el que ocupe la silla de San Pedro va
a facilitar las cosas. La persecución a la que ha sido sometido por
el régimen comunista polaco como sacerdote y más tarde como obispo
de Cracovia, le hace coincidir totalmente con el planteamiento
estratégico de Reagan, sobre la necesidad de obtener una victoria
completa sobre la URSS, como paso necesario para la liberación de
Europa oriental, y también con la necesidad de controlar el
Mediterráneo para asegurar el bastión israelí.
Los
partidos políticos después de la muerte de Franco, se crean con una
fuerte dependencia exterior en base a la financiación inicial que
obtienen principalmente de la RFA: la fundación Neumann apoya a los
liberales (Alianza Popular, luego Partido Popular), la fundación
Ebert de la socialdemocracia alemana al PSOE y la fundación Konrad
Adenauer a los democristianos (UCD).
Esta
circunstancia supondrá otra garantía de reaseguro para que la
evolución política en España no discurra por caminos contrarios al
interés de los países aliados.
Las
Fuerzas Armadas españolas eran todavía, y a pesar de la aprobación
de la ley de Reforma Política y más tarde de la Constitución, un
poder fáctico. La Mayor parte de sus miembros se consideraban
legitimados para ejercer una tutela sobre el poder civil, en base al
testamento de Franco y a la inercia del régimen anterior. Los
atentados de ETA catalizan las salas de banderas, pero es sobre todo
la escasa habilidad del general Gutiérrez Mellado la que va a
exasperar los ánimos.Suárez comete el error de prometer a los
generales más importantes que el PCE no será legalizado y poco
después, el Sábado Santo, sale el decreto legalizándolo. Ese
engaño no debió haberse producido y la responsabilidad en el mal
asesoramiento presidencial hay que achacarlo al militar más relevante
del gabinete y que además tenía excelentes relaciones con el
Presidente, el General Gutierrez Mellado.
Gutiérrez
Mellado tenía la obligación de señalar al Presidente el valor que
los militares daban a la palabra dada y las consecuencias que
acarrearía su incumplimiento. Cuando era perfectamente factible
explicarles la necesidad de la legalización, debido al cambio de
situación y al compromiso adquirido por el Rey con Santiago
Carrillo, después de asegurarse que la Casa Blanca no ponía
objeciones. El menosprecio de Suárez hacia los militares le
enajenaría el apoyo de estos cuando su colaboración la tenía al
alcance de la mano.
A
partir de ese momento los militares nostálgicos que se sienten
despreciados por el gobierno, deslegitiman la acción presidencial.
Se empiezan a establecer vínculos conspirativos no solamente en el
seno de las Fuerzas Armadas sino también con personas destacadas del
mundo político, económico y social. El presidente experimenta un
abandono creciente que en poco tiempo se convertirá en un
aislamiento político total. Todos saben que ha perdido el apoyo del
Rey, que sus barones conspiran, que no tiene apoyos internacionales,
que los militares van a por él y que finalmente el dinero no le ve
como un activo con futuro.
Cuando
se haga patente que el tiempo de Suárez ha terminado y que es
preciso buscar un recambio, se va a recurrir al Ejército como el
instrumento idóneo para realizarlo, al igual que se había utilizado
a lo largo del siglo XIX en defensa de una u otra opción política.
Antes de su fracaso, tendrá las bendiciones de todos los actores
políticos. Su
legitimación, de cara a las salas de banderas, vendrá de la mano
del testamento de Franco como el último servicio.
La
clase política lo asumirá por dos razones: el imperativo del factor
externo ante la incapacidad de Suárez para afrontar la nueva
situación internacional y también para llegar
al poder más rápidamente. La Corona, para no sufrir el desgaste que
origina una deriva política interna insostenible, así como para
seguir las recomendaciones del poder emergente en Washington.
Finalmente, los países de la Alianza Atlántica para asegurar sus
intereses vitales en el sur del continente. El ciudadano español
quedará una vez más al margen.
Una
vez fracasada la intentona, esta no tendrá patrocinadores,
escurrirán el bulto y los chivos expiatorios serán aquellos
incautos que se prestaron a poner su cara en la fase inicial y además
salieron por televisión. Es difícil encontrar en la historia de los
golpes de Estado
fracasados un caso similar de abandono hacia los subordinados por
parte de los jefes de la operación.
Aprovechando
que hay que evitar que el Rey resulte implicado, se miente y no se
asume la responsabilidad. Los serviles que recibían a Fernando VII
con los vítores de “¡Vivan las cadenas!”, después de haberse
perpetrado la felonía de Bayona, nada tienen que envidiar a nuestros
afamados cortesanos.
El
eje básico de la reforma política consistió en sustraer a la
sociedad de las decisiones fundamentales
y operar a favor de los hechos consumados por pactos que se promueven
a espaldas del Parlamento.
Incluso
las ejecutivas de los principales partidos son informadas, la Mayor
parte de las veces, cuando el pacto ya está cerrado.
Fue
el “consenso” alcanzado por UCD, PSOE, AP, PCE y nacionalistas lo
que permite que estos grupos se vayan integrando como parte del
Estado – sistema – al crear y potenciar clientelas de militantes
asalariados que acceden al dinero público por multitud de caminos.
La
integración de los sindicatos en este esquema acordado por los
partidos va a originar el final de su dimensión de clase (Pactos de
la Moncloa). Es decir, en ese preciso momento histórico se apuesta
prioritariamente por la integración y la paz social. El sentido democrático
de la sociedad, sustentado en un auténtico pluralismo que permita
lograr un Estado de Derecho y que lleve a la verdadera participación
y libertad del ciudadano, queda aplazado para más adelante.
Podrá
argüirse que entonces no podía hacerse otra cosa. Es posible, pero
un sistema que había nacido con esa hipoteca en su estructura
política, necesitaba estar dotado de un carácter de provisionalidad
y no de permanencia, sino quería caerse con el tiempo en el peor
enemigo que tiene la democracia: la CORRUPCIÓN.
En
el seno del servicio de Inteligencia se redactará, en los primeros
años de la transición, un plan que será bautizado como “Operación
De Gaulle”. Cuando el recién nombrado Ministro de Defensa,
Rodríguez Sahagún, visite el Centro se lo expondrán y acto seguido
el ministro ordenará que los redactores del mismo, el comandante
José Faura Martín y el capitán Juan María de Peñaranda,
abandonen el Servicio y vuelvan al Ejército. Curiosamente dicho plan
no fue destruido, la dirección de la Casa lo conservó. La operación
se inspiraba en como se había superado en Francia el riesgo a una
guerra civil, originado por la independencia de Argelia. Se indicaba
que el Presidente de la IV República, René Coty, había mantenido
una reunión con los portavoces parlamentarios de los diferentes
partidos de la Asamblea Francesa, alertándoles sobre la situación
de extrema gravedad existente y del grave peligro en que esta
degenerara en un enfrentamiento directo entre franceses.
A
causa de la postura contraria a la independencia argelina, mantenida
por gran parte del ejército francés y de una parte importante de la
opinión pública que consideraban que ese territorio
era parte indisoluble de Francia.
Como
solución, el Presidente no veía otro camino que ofrecerle al
general De Gaulle que asumiera la Jefatura del Estado, dado el
prestigio que este militar contaba en toda la nación. Obtenido el
acuerdo de los portavoces el Presidente se traslada a Colombey les
deux Églises, lugar donde se encontraba retirado el general, y le
pide que por el interés de Francia asuma la presidencia. De Gaulle
le señala que antes de aceptar necesita hablar con el general Massu,
comandante de las fuerzas militares francesas destacadas en Alemania.
Obtenido
el acuerdo del célebre general paracaidista, De Gaulle acompañó al
Presidente a París y este lo presenta en la Asamblea solicitando a
los diputados que le voten como nuevo Jefe de Gobierno para así
poder salvar la situación crítica en la que se encuentra la nación.
Es votado, iniciándose inmediatamente el nuevo periodo constituyente
que dará lugar a la nueva Constitución y al comienzo de la V
República, con el general como nuevo Jefe de Estado.
El
coronel Federico Quintero Morente redactará en Diciembre de 1980,
desde su destino de Ankara, un informe “Informe Quintero”
favorable al ya mencionado golpe en Turquía que proponía como
modelo, vista la importancia estratégica similar que tienen ambos
países en el Mediterráneo. El plan fue desechado pues la decisión
ya se había adoptado.
La
represión que siguió al golpe de Estado turco lo hacía inviable
para España pues esa circunstancia podía ser asumible en un país
musulmán pero inviable para la opinión pública occidental, además
de tratarse de una nación católica en transición hacia la
democracia. Pero también por el control que en esos momentos tenían
aquellos que iban a encargarse de la organización y coordinación
del golpe, para los que la “Operación De Gaulle” constituía su
modelo, el único que reunía todos los requisitos para que dicha
acción fuera aceptada por todos como la mejor salida a una situación
de extrema gravedad.
Una
vez aceptada la “Operación De Gaulle” como el modelo a seguir y
con la premisa de “nada de sangre”, había que adaptarla a la
realidad española. Existía un problema, y es que los franceses
habían corrido un riesgo real de enfrentamiento a causa de Argelia,
pero en España no podía echarse mano de nada similar por los
motivos siguientes:
1)
No existía división en el ejército, la Mayor parte añoraba el
régimen anterior o tenían muchas dudas de la viabilidad del actual.
El testamento de Franco y la obediencia debida legitimaban,
para la Mayor parte, la tutela que el Ejército debía ejercer sobre
el poder civil. Una vez constatado que los EEUU apoyaban el “golpe
de timón”, la marcha hacia el golpe de Estado era lo más
patriótico que podía hacerse en opinión de estos militares
nostálgicos.
2)
La sociedad civil no se hallaba enfrentada por ningún motivo. El
terrorismo no había logrado su objetivo estratégico de separar a la
sociedad del naciente sistema político ni tampoco de su gobierno,
por muy dividido que este se encontrara. El sentimiento generalizado
era arrimar el hombro para consolidar la democracia en España.
3)
La única escisión existente era la motivada por la ambición
política de los diferentes partidos: unos por abandonar el barco que
se hundía (UCD), otros por aprovechar la situación y lograr llegar
al Poder aunque fuera por un atajo nada democrático (PSOE), y los de
más allá, por maniobrar y obtener ventajas que hubieran sido
difíciles de obtener en situación normal (AP, PCE, CIU y PNV). En
todo caso, razones poco idóneas para presentarlas como el factor
determinante en una situación de emergencia nacional, que
justificara la interrupción del proceso democrático y la llegada de
un general.
En
la creación del motivo que justificase la acción, en el marco del
modelo elegido, es donde se encuentra el origen de la intentona y
otra de las claves del golpe, pues sin ese detonante la “Operación
De Gaulle” no era posible, al no estar prevista una represión
posterior sobre la población.
No
iba a ser presentada como la involución de un grupo sino como una
salvación nacional consensuada
por los representantes de la nación.
Los
planificadores lo bautizaron como SAM (Supuesto Anticonstitucional
Máximo) y entenderán que se concretará poco antes de desencadenar
la acción decisiva, aunque desde los inicios se barajará el
secuestro como la manera más idónea de alcanzar el objetivo
propuesto.
La
dimisión inesperada de Suárez acelerará los preparativos y no los
detendrá, como él pensó, pues el objetivo no era en ese momento
castigar al Presidente sino adueñarse del Poder.
Los
golpistas pensaron que la situación de Mayor gravedad política que
podría crearse sería el secuestro simultáneo del poder ejecutivo y
legislativo durante un pleno de sesiones. La elección del sucesor de
Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, permitiría contar en un plazo muy
breve con una reunión plenaria en la que pudiera ejecutarse el plan. La
operación así concebida, fue la creación artificial de una
situación de emergencia extrema para presentar a continuación un
salvador, el General Armada, quien enderezará el rumbo político
existente en España.
Fue
un golpe de Estado cobarde y humanitario. Cobarde pues los Mayores
responsables no dieron la cara a la hora de defender sus convicciones
y abandonarían a aquellos que previamente reclutaron para iniciarlo,
en nombre de un interés general más que discutible. También
humanitario, pues hubo la orden de evitar el derramamiento de sangre
a toda costa. Este extremo facilitaría la acotación de las
responsabilidades posteriores, aunque operó sobre todo en beneficio
de los autores intelectuales más que de los ejecutantes.
El
Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), estuvo
involucrado en todas las fases de la intentona golpista, por la
participación de algunos de sus agentes. Javier Calderón y José
Luis Cortina tenían en sus manos la dirección y las operaciones del
Servicio Secreto. Unidos por una gran amistad habían colaborado,
desde GODSA y junto a
Manuel Fraga, en la creación del partido Alianza Popular. El general
Gutiérrez Mellado fue el verdadero artífice de la irresistible
ascensión de estos dos oficiales en el seno del Servicio Secreto.
La
concepción del plan fue desarrollada unos años antes de ser
utilizado, como se ha señalado más arriba, por dos miembros del
Servicio. La “operación De Gaulle” no fue destruida sino
guardada en los archivos a pesar de haber sido desautorizada por el
ministro de Defensa.
En
el mes de Mayo de 1980, se destina como Comandante General de Ceuta
al general Gerardo Mariñas Romero, director del CESID. No se nombra
sustituto cuando casi todos los días la prensa y los rumores hablan
del “ruido de sables” existente. Queda al mando el coronel
Narciso Carreras de manera interina. La dirección y la operatividad
del Centro quedan en manos de dos hombres de la entera confianza del
vicepresidente del gobierno, Gutiérrez Mellado. El teniente coronel
Javier Calderón, como secretario general, y el comandante José Luis
Cortina como jefe de los equipos operativos.
Aquí
reside otra de las claves del golpe de Estado, dejar en manos de dos
hombres en los que va a recaer la coordinación del mismo el control
de los Servicios de Inteligencia. Calderón no podía ser nombrado
director pues la ley obligaba a que dicho puesto lo ostentara un
militar con rango de general.
Después
del fracaso de la intentona se cambiará la ley deprisa y corriendo
para poder nombrar nuevo director de la Casa al teniente coronel
Emilio Alonso Manglano, oficial que también contaba con la confianza
de la Zarzuela, pues el fracaso de la intentona aconsejaba un cambio
inmediato en la cúpula del Servicio de Inteligencia.
Nada
más asumir la secretaría general, Calderón ordenará que toda la
actividad de Inteligencia que tenga que ver con la involución
política sea controlada exclusivamente por Cortina y que este
despache directamente con él. De esa manera el área de Involución
quedaría cortocircuitada e inoperante.
En
los meses siguientes Cortina dispondrá de toda la información
disponible respecto a los movimientos y reuniones involucionistas que
compartirá con Calderón mientras que la dosificará
convenientemente para el área de Involución, de manera que esta no
tenga nada relevante que pueda interferir. De esa manera ambos podrán
explotar en su beneficio la información obtenida y dejar fuera de
combate al área responsable del seguimiento de la involución. De
manera simultánea ambos iniciaran los contactos a nivel político.
En
los meses anteriores al golpe, Manuel Fraga Iribarne (AP) y Gabriel
Cisneros (UCD) mantendrán contactos telefónicos semanales con
Cortina por las líneas reservadas de la AOME (Agrupación Operativa
de Misiones Especiales). De los contactos con el PSOE se encargará
Calderón por medio de Luis Solana y Enrique Mújica. Los contactos
con la embajada de los EEUU, Terence Todman y Ronald E. Estes, y con
el nuncio del Vaticano, monseñor Antonio Innocenti, también los
materializará Cortina.
Será
a partir del verano de 1980 cuando se empiece a elaborar por ambos el
perfil del militar que podría reconducir la situación. Se hará a
la medida, para que sea el general Alfonso Armada el único que reúna
todos los requisitos.
Hay
que tener un personaje singular, como lo era De Gaulle, por eso
Armada no forma parte de una terna o de un grupo de candidatos. Es la
única solución. En esos meses Calderón y Cortina trabajan para y
con el general Armada. Hay que tener en cuenta que este general no
estaba en la cadena jerárquica del CESID y que por lo tanto estos
oficiales estaban actuando al margen de su cadena de mando natural,
aunque con el beneplácito del vicepresidente del gobierno Gutiérrez
Mellado.
El
objetivo durante la preparación consiste en dar a conocer y
fortalecer la figura del general y así lograr que no surja otra
alternativa militar que pueda encarnar al “salvador”. Que no
hubiera más candidatos era la condición necesaria para que fuera
aceptado sin reservas en el ámbito político. Para los militares la
persona elegida era una cuestión menor siempre y cuando estuviera
dispuesto a enderezar el rumbo político y estuviera debidamente
autorizado.
La
enemistad de Suárez con Armada se había establecido durante las
primeras elecciones democráticas. El Secretario de la Casa Real
había enviado varias cartas con el membrete de Palacio pidiendo el
voto para Manuel Fraga. El Presidente montó en cólera y exigió al
monarca el cese inmediato del general Armada, a lo que el Rey tuvo
que acceder para no crear una crisis de proporciones incalculables.
Suárez
complementó la salida de Armada con su alejamiento de Madrid y así
poder distanciar al Rey de la “malévola” influencia de su
consejero.
En
el nombramiento de Armada como 2º JEME (Jefe del Estado Mayor del
Ejército de Tierra), Juan Carlos I es el factor decisorio. Después
de su dimisión, Suárez realiza un viaje a las islas Canarias, lo
que aprovecha el monarca para llamar a palacio al ministro de Defensa
exigiéndole el nombramiento del general como segundo del general
José Gabeiras Montero. Rodríguez
Sahagún aduce que el nombramiento puede esperar hasta que el
Presidente vuelva de su viaje. El rey le contesta que el nombramiento
corre prisa y que prepare la orden. Suárez a su regreso es informado
por su ministro, en presencia de Alberto Recarte, de la llegada del
general Armada a Madrid, como segundo jefe del Ejército de Tierra,
por iniciativa real. El Presidente monta en cólera y le espeta a su
ministro “tú me has traicionado, te avisé que Armada debía
permanecer alejado de Madrid. Si hay un golpe de Estado militar, tu
serás el verdadero responsable”. El ministro se echó a llorar.
Antes
de emprender el vuelo hacia Vitoria, don Juan Carlos le dirá a
Armada “oye Alfonso, ya está todo arreglado. Acabo de dejar
firmado el decreto con tu nombramiento... deja listo ahí todo cuanto
antes que vienes a Madrid. Ya recibirás instrucciones”.
Unos
días antes, el 1 de Febrero, el general Milans del Bosch ya comunicó
a los conjurados, en la calle general Cabrera, sobre el inmediato
nombramiento de Armada como 2º JEME “que abría paso a unas
perspectivas de cambio que conducirían a la solución Armada, que es
la deseada por Su Majestad y por las instituciones... es un gobierno
de concentración... con varios socialistas y algún comunista. El
Rey ya conoce la composición de ese gobierno y aunque a mi no me
gusta mucho... la acepto sin más”.
Investido
Armada del apoyo necesario por todos los sectores que están de
acuerdo con la “operación De Gaulle”, el día 14 de Febrero se
reúne con el embajador norteamericano Terence Todman, en una finca
cercana a Logroño. En dicha reunión el general garantiza al
embajador la salvaguarda de los intereses de EEUU en España. A su
regreso a Madrid, Todman solicitará a Washington el envío a Lisboa
de un avión AWACS, para el control de las comunicaciones
gubernamentales y militares españolas.
Un
subordinado de Cortina, el capitán Vicente Gómez Iglesias, es la
persona que se encargó de reclutar a Tejero, quien en tiempos
pasados había sido su jefe cuando ambos habían estado destinados en
el País Vasco, facilitar la acción del teniente coronel el día 23
y mantener el enlace y la coordinación de los diferentes grupos que
participaron en el secuestro de la Cámara Legislativa.
El
número 2 de Cortina en la Agrupación Operativa, capitán Francisco
García Almenta, se encargó de organizar la Sección Especial de
Agentes (SEA) cuya misión era la de coordinar las columnas de la
Guardia Civil para lograr que llegasen simultáneamente a la puerta
del Congreso.
En
la Agrupación Operativa, Cortina ordenará la confección de los
primeros decretos, con los primeros nombramientos, que llevará
Armada al monarca una vez sea votado en el hemiciclo y asuma el
Poder.
Otro
subordinado de Cortina, el capitán José Ramón Tostón de la Calle,
facilitó al SEA vehículos, radios y matrículas falsas para que
pudieran realizar su misión sin ser detectados por la policía.
En
los meses de otoño e invierno previos al golpe, se irán manteniendo
contactos y reuniones para coordinar la acción o informar de la
marcha del plan: reunión de Alfonso Armada con Enrique Múgica y
Joan Raventós, visita de Armada a los Reyes en Baqueira Beret,
reunión en la calle general Cabrera. En fin, una serie de
conciliábulos en los que todos participan: el Rey, militares,
políticos de todo signo y otros que también desean participar.
En
resumen, en todos estos meses el Servicio de Inteligencia no está
trabajando para su jefe natural y constitucional: el Presidente. Está
trabajando para que Armada acceda a la presidencia del gobierno por
medio de un artificio seudo legal.
Conviene
analizar brevemente algunos detalles previos a la toma del Congreso
ya que son elementos esclarecedores. En primer término, Tejero llegó
con sus columnas al Congreso sobre las 18:30. El paseo de la tropa
estaba estipulado en Madrid para las 17:00 según la orden de plaza
de la Capitanía General. En las unidades armadas de la 1ª Región
se tuvo a los soldados acuartelados, sin que el Capitán General
dijera nada ante el incumplimiento de su propia orden.
Así
la División Acorazada, Brigada Paracaidista y el Grupo de
Operaciones Especiales estaban a la espera, lo que lleva a la única
conclusión posible: el Capitán General Guillermo Quintana Lacaci y
su Estado Mayor, también estaban a la espera de lo que iba a ocurrir
90 minutos más tarde.
En
segundo lugar, el general Luis Torres Rojas llegó desde la Coruña a
la División Acorazada para hacerse cargo del mando de la misma,
apartando a su jefe el general José Juste Fernández.
Sobre
las 16:00 se descubre por este último el pastel y no ordena el
inmediato arresto ni de Torres Rojas ni de los oficiales desleales de
su Estado Mayor. El Capitán General Quintana, tampoco toma medidas y
solo recomienda a Juste que permanezca alerta. Como tercer detalle,
sobre las 16:00 al llamar Juste a la Zarzuela y preguntar si Armada
estaba allí, Sabino Fernández Campo al parecer responde “ni está
ni se le espera”. Parece que nadie en palacio se sorprende, que el
general jefe de la División Acorazada llame preguntando por el 2º
Jefe de Estado Mayor es la cosa más natural del mundo, debe ser por
que toma allí el té todos los días. De otra manera no se entiende
puesto que el jefe de Juste no es Armada sino Quintana, es decir,
Juste está saliéndose de la cadena jerárquica y llamando a palacio
como si fuera la oficina de información al cliente. Por eso la
reacción de Fernández Campo es incomprensible si no sabía nada.
La
operación se articuló desde el CESID como un golpe de mano clásico,
al más puro estilo de la escuela de Operaciones Especiales. Con una
idea de maniobra articulada en diferentes fases y de las que solo se
realizarían las dos primeras:
PRIMERA
FASE
El
teniente coronel Tejero irrumpirá con su fuerza en el Congreso de
los Diputados, reteniendo al gobierno y a los diputados hasta la
llegada de la autoridad militar competente.
SEGUNDA
FASE
Ante
los sucesos acaecidos en Madrid, la capitanía general de Valencia
declarará el estado de excepción y se hará cargo del control de
toda la región.
TERCERA
FASE
La
llegada de la autoridad militar al Congreso, el general Alfonso
Armada, para postularse a la presidencia del gobierno con el respaldo
de varios diputados, constituía la tercera fase del golpe.
Es
en este momento cuando la intentona golpista fracasa. Armada comete
el error de contarle a Tejero lo que tiene previsto hacer, olvidando
que no coincide con lo que dos días antes él mismo le había
relatado.
Tejero
se siente engañado e indignado llama a los oficiales más cercanos y
les cuenta lo que
pretende Armada, expulsándole a continuación del Congreso a la vez
que le increpa con un “para esto no hemos venido aquí”.
El
gobierno de Salvación Nacional que Armada muestra a Tejero y provoca
la indignación de este último fue el siguiente:
Presidente: General
Alfonso Armada.
Vicepresidente
para Asuntos Políticos: Felipe
González (PSOE).
Vicepresidente
para Asuntos Económicos: José
María López de Letona (Banca).
Ministro
de Asuntos Exteriores: José
María de Areilza (Coalición Democrática).
Ministro
de Defensa: Manuel
Fraga (Alianza Popular).
Ministro
de Justicia: Gregorio
Peces-Barba (PSOE).
Ministro
de Hacienda: Pío
Cabanillas (UCD).
Ministro
del Interior: General
Manuel Saavedra.
Ministro
de Obras Públicas: José
Luis Álvarez (UCD).
Ministro
de Educación y Ciencia: Miguel
Herrero de Miñón (UCD).
Ministro
de Trabajo: Jordi
Solé Tura (PCE).
Ministro
de Industria: Agustín
Rodríguez Sahagún (UCD).
Ministro
de Comercio: Carlos
Ferrer Salat (CEOE).
Ministro
de Cultura: Antonio
Garrigues Walker (empresario).
Ministro
de Economía: Ramón
Tamames (PCE).
Ministro
de Transportes y Telecomunicaciones: Javier
Solana (PSOE).
Ministro
de Autonomías y Regiones: General
José Antonio Sáenz de Santamaría.
Ministro
de Sanidad: Enrique
Múgica (PSOE).
Ministro
de Información: Luis
María Ansón (agencia EFE).
Llegados
a este punto, existen unos elementos que resulta interesante
comentar:
1)
¿Cómo es posible que los golpistas pensasen que su acción podía
resultar legal, con el único requisito de ser votada por los
diputados, a pesar de haber estado previamente secuestrados?.
No
tan sorprendente resulta que convencieran a determinados políticos,
si se tiene en cuenta que la Mayoría procedían del franquismo o de
una izquierda marxista, a los que unía su común desconfianza y
desprecio hacia lo que significaba un régimen liberal y democrático.
Era solo necesario mantener las formas. La intervención de Armada
salvaba una situación extrema originada por el golpe de mano de un
grupo de guardias civiles.
Visto el descontento existente en el Ejército, dicha acción podía actuar como un detonante en la Mayor parte de las Capitanías Generales. La legitimidad quedaba a salvo, en opinión de los golpistas, si Armada era votado por los representantes de la soberanía nacional.
Es
decir, la toma del Congreso de los Diputados por Tejero tenía como
objetivo justificar la iniciativa de Armada que es donde reside el
golpe decisivo.
2)
Cuando Armada se postula como Presidente, para salir del SAM creado
por los golpistas, nadie se lo impide. La Zarzuela, en boca de
Fernández Campo, ¡solo! le exige que la gestión la haga a título
personal, como si en el ejército hubiera cosas oficiales que pueden
hacerse a ese tenor.
Más
grave aún si se tiene en cuenta lo sucedido horas antes con el
célebre “ni está ni se le espera”. La reacción lógica cuando
el 2º JEME empieza a zascandilear, hubiera sido por parte de
Zarzuela propiciar su destitución inmediata.
En
lugar de ello su jefe inmediato, el general Gabeiras, le despide
cuando sale a “título personal” con un “a tus órdenes
Presidente”, que realmente no necesita comentarios.
Este
último lleva pocos meses en el puesto de JEME, había sido nombrado
por el deseo expreso de Gutiérrez Mellado, saltando en el escalafón
en perjuicio de otros generales mejor ubicados. Así, tanto a la
cabeza del Ejército de Tierra como al frente del CESID están
hombres de la absoluta confianza del vicepresidente del gobierno.
3)
Cuando Tejero impide la consumación del golpe planificado desde el
CESID, queda de manifiesto la absoluta confianza que los
organizadores tenían en el éxito de la operación al carecer la
misma de un plan alternativo.
Tejero
fue engañado por el alcance de las informaciones que le proporciona
García Carrés, que las infla y falsea para darle moral. Decide
aguantar y ganar tiempo para que se materialice el apoyo militar que
su amigo le asegura está en marcha.
4)
Una vez asaltado el Congreso, los grupos operativos del CESID son
enviados para obtener información sobre las carreteras de acceso a
Madrid. Sobre las 20:00h, desde la dirección, Cortina transmite por
radio a García Almenta que la División Acorazada iba a iniciar su
movimiento hacia Madrid y que ordenara al capitán Guerrero,
responsable de la vigilancia de las autopistas de Extremadura y la
Coruña, que abandonara la misión que estaba realizando. Es decir,
se retira la vigilancia cuando es más necesaria, aunque se deja vía
libre para facilitar la sorpresa del despliegue.
5)
La alerta máxima es decretada por la USAF desde el 19 de Febrero en
la base de Torrejón. El día 23 por la mañana, el STRATEGIC AIR
COMMAND, sistema de control aéreo norteamericano, anula al Control
de Emisiones Radioeléctricas español y se mantiene a la espera.
Simultáneamente
los pilotos y las tropas de las bases de utilización conjunta de
Rota, Morón y Zaragoza se suman al estado de máxima alerta ordenado
cuatro días antes para Torrejón. Mientras, varias unidades de la VI
Flota se despliegan frente a las costas de Valencia.
Todo
ello pone en evidencia el conocimiento de los acontecimientos por
parte del gobierno de los EEUU, y que en todo caso el golpe no era
una intentona de unos guardias civiles trasnochados, como se intentó
transmitir para que calara en la opinión pública.
En
realidad se trataba de una operación de Estado planificada desde el
CESID, que utilizando a unos entusiastas e incautos guardias civiles,
pretendió torcer el rumbo de la democracia que se había iniciado en
España.
6)
Los hijos del Rey tampoco acudieron al colegio el día 23 de Febrero.
Así
como el éxito tiene muchos pretendientes, el fracaso no. Nada más
ser expulsado Armada del Congreso de los Diputados, empiezan a
funcionar las coartadas y los cortafuegos institucionales. El
objetivo es aislar a Tejero y sus guardias civiles y evitar que
afloren las complicidades y autorías intelectuales previas.
La
primera vez que el Rey se pone en contacto con Milans del Bosch es a
las 02:00 del día 24, para pedirle que retire el bando y los carros
de combate de las calles, lo que hace el general inmediatamente. Si
fuera verdad que desde el primer momento Palacio se puso a trabajar
para desactivar el golpe, esa comunicación se habría establecido
muchas horas antes. Sólo se efectúa después del fracaso de Armada.
En la sede del Servicio de Inteligencia, a las 05:00 del día 24 de
Febrero, la Dirección (Narciso Carreras, Javier Calderón y José
Luis Cortina) es informada de que el 2º JEME, el general Alfonso
Armada, era la cabeza del golpe de Estado.
A
pesar de ello, Calderón y Cortina se afanan en proteger a este
general. Todavía el día 25 y a pesar de llevar Armada más de 12
horas cesado de su puesto por orden del JEME y no pertenecer a la
cadena jerárquica del CESID, estos dos agentes intentan hacer un
lavado de su figura convocando reuniones de agentes por casi todas
las dependencias del Centro.
Pocas
horas después del asalto al Congreso, Calderón también es
informado de la participación en el mismo de agentes a las órdenes
de Cortina. En lugar de iniciar una investigación, Calderón pone en
antecedentes a su jefe operativo, Cortina, y comienza el acoso a los
cuatro agentes, tres oficiales y un suboficial, que dentro de la
Agrupación Operativa han permanecido leales al gobierno legítimo.
Después
del fracaso de la intentona, en la primera reunión que convoca
Calderón para todos los jefes de área del CESID, en un determinado
momento, el jefe del Centro de Comunicaciones, el teniente coronel
Guitián, dice: “Tengo un telegrama, ¿qué hago con él?”.
Léelo, le dice Calderón. Guitián con toda naturalidad leyó:
“Jaime, ahora vas contra la Corona”. Calderón bruscamente le
arranca el telegrama al tiempo que le dice “no tienes ninguna
sensibilidad informativa”.
Dicho
telegrama había sido enviado desde la Zarzuela e interceptado por el
departamento que dirigía Guitián. Más tarde se mandaría otro
telegrama desde Zarzuela con la frase: “Después de este mensaje ya
no puedo volverme atrás”, que sería también interceptado. En los
días siguientes el acoso a los agentes que han destapado la
participación del CESID en el golpe de Estado se hace intensa. Se
utiliza algo tan viejo como el palo y la zanahoria para que desistan
de su actitud y dejen de reclamar que se abra una información
interna. El tira y afloja durará hasta que uno de ellos rechace la
jefatura de operaciones que le ofrece Calderón a cambio de mantener
silencio.
Informado
Narciso Carreras, este se verá obligado a ordenar la apertura de una
información de carácter no judicial el día 30 de Marzo, con más
de un mes de retraso, pues estaba obligado a haberlo hecho el 24 de
Febrero que es cuando tuvo la información pertinente.
Se
conocerá como “Informe Jáudenes”, por el apellido del teniente
coronel de Artillería que lo instruyó, Juan Jáudenes Jordana. En
él declararon los agentes que habían denunciado los hechos y los
que habían participado en la intentona.
Con
el tiempo solo se conocerían las conclusiones del instructor, pues
las declaraciones firmadas por cada uno de los declarantes fueron
destruidas. Si el informe llegó al juez del juicio de Campamento, no
fue incorporado a la causa ni facilitado a las defensas. Ello
significa que dicho juicio sería nulo, pues se privó a los acusados
de elementos esenciales para su defensa conocidos por el juez y el
fiscal. Si el informe no llegó al juez instructor de la causa de
Campamento, los responsables del CESID ocultaron pruebas vitales para
el esclarecimiento de responsabilidades en el golpe de Estado.
El
día 17 de Marzo, el ministro de Defensa, Alberto Oliart, aseguraba
en el Congreso de los Diputados que los servicios de información no
habían tenido nada que ver en los lamentables sucesos del 23-F. Esto
evidenciaba que el ministro o era un necio o estaba engañando a la
Cámara. A partir de ese momento quedaba claro que el gobierno
protegía a los golpistas, y que los apestados eran los cuatro
agentes que habían tratado de erradicar el golpismo en el servicio
de Inteligencia. Sobre ellos se recrudecerían las presiones y
amenazas, unidas a la recomendación amigable de abandonar el Centro
y no colaborar así “a la división del Ejército”.
En
los primeros días de Mayo se produce la declaración de Tejero que
implica a Cortina en el golpe. Esta circunstancia fue la que motivó
su procesamiento.
“Cortina
me respondió que el mando era bicéfalo y que la cabeza de águila
más gorda era la de Armada. Eso me sorprendió y me produjo
resquemor el excesivo monarquismo de este general. Cortina me anunció
que tenía que reunirme con Armada y me dijo que todo tenía que
hacerse en nombre de la democracia y del Rey porque, siendo así, en
el extranjero, fundamentalmente en la Santa Sede y en Estados Unidos,
lo verían bien.”
ANTONIO
TEJERO
Para
sustituirlo en la Agrupación Operativa, se nombra al comandante Juan
Ortuño, hombre de confianza de Calderón y que también había
participado en GODSA, con la misión de borrar todos los rastros que
pudieran haber quedado.
El
cortafuegos más importante fue el montado alrededor del juicio de
Campamento. La instrucción del juicio tenía instrucciones estrictas
de no inculpar a nadie más de los inicialmente procesados. Lo que
evidencia un claro deseo gubernamental de no llegar judicialmente al
fondo del asunto.
El
nuevo Presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, solo le diría al nuevo
director del CESID, Emilio Alonso Manglano, que “si se prepara otro
golpe, avisadme 24 horas antes”.
Las
defensas acudieron al argumento de la obediencia debida para exculpar
a sus defendidos, argumento rebatido por el fiscal con la nueva
legislación. Es decir, el argumento que había servido para
movilizar a varios oficiales en el golpe serviría para condenarlos
y así poder salvar el papel del Rey. Se entiende que solo de cara a
la opinión pública puesto que, sean cuales sean los actos del
monarca, este no es responsable judicial de los mismos al estar
blindado por la Constitución.
El
fiscal durante el juicio somete a un duro interrogatorio a Cortina,
que queda acorralado. Durante el descanso para almorzar, Cortina sale
rápidamente hacia el teléfono y una vez que logra comunicar, le
dice a su interlocutor “como siga este tío así, saco a relucir lo
de Carrero”. Al
reanudarse la sesión, el fiscal cambia totalmente su actitud y deja
que el comandante salga airoso. Ese cambio en el interrogatorio es
comprobable en las actas. Cuando se produce el atentado contra el
almirante, Cortina estaba destinado en los servicios de Inteligencia
del Alto Estado Mayor. El Consejo de Guerra le absolvió de todos los
cargos.
Cuando
se produce el atentado contra el almirante, Cortina estaba destinado
en los servicios de Inteligencia del Alto Estado Mayor. El Consejo de
Guerra le absolvió de todos los cargos. Las sentencias fueron muy
benévolas. El gobierno las recurrió y posteriormente serían
incrementadas apreciablemente.
Cuando
en 1996 gana el PP las elecciones. Aznar tiene que quitar de su lista
de gobierno y a instancias del Rey a Rafael Arias Salgado, para poner
en su lugar como ministro de Defensa a Eduardo Serra. Pero lo más
sorprendente está aún por llegar pues se nombra a Javier Calderón,
ya retirado, para dirigir el CESID y a José Luis Cortina como asesor
en el Palacio de la Moncloa.
El
flamante gobierno pone así la seguridad nacional en manos de los que
en 1981 planearon y coordinaron todo. Aparte de lo que tenía de
obscena la medida, estos dos militares no demostraron en 1981 una
gran capacidad operativa u organizativa que recomendara su repesca 15
años después, más bien parecía un pago por los servicios
prestados.
En
el transcurso de los años, los oficiales que hemos mencionado y que
de una manera u otra participaron en la puesta en ejecución de la
“operación De Gaulle”, alcanzaron los rangos siguientes:
José
Faura, general de Ejército (JEME).
Javier
Calderón, teniente general.
Juan
Ortuño, teniente general.
Jesús
María Peñaranda, general de división.
Francisco
García Almenta, general de brigada.
Ramón
Tostón, general de brigada.
Hay
que señalar que la promoción XIV, a la que pertenecen el Rey y José
Luis Cortina, cuando fue clasificada para el ascenso a general,
estaba al frente del mando de Personal del Ejército su amigo Javier
Calderón. La lista de los seleccionados estaba encabezada por José
Luis Cortina. El ministro Narcís Serra lo tachó de su propia mano.
De no haber sido por eso, Cortina hubiera formado parte de la lista
de ascensos anterior.
Por
su parte, Alberto Oliart también sería repescado en el año 2009,
ya octogenario, para dirigir Televisión Española. Si bien esta vez
la iniciativa correspondió al gobierno “socialista”
dirigido por Rodríguez Zapatero.
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