17 nov 2014

Crear el orden a partir del caos

En los últimos años, se está acelerando el proceso de acumulación de capital por parte de las élites. Una prueba incontestable de esto, es que las veinte personas que más capital acumulan en el Estado español, tienen en sus manos la misma riqueza que los catorce millones de personas más pobres. Citado por The New York Times en 2006, Warren Buffet (según Forbes, la tercera fortuna del mundo) dijo: “Hay lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y estamos ganando”. Es evidente que la están ganando.

La mayor parte de la población, percibe que el Estado es -o debería ser- el garante de que esta lucha de clases no se acelere, redistribuyendo la riqueza a través de impuestos, impidiendo que haya prácticas oligopólicas, legislando para que haya una serie de derechos laborales, sociales y civiles, que hagan que sea posible el “Estado del bienestar”. Una idea tan arraigada o más que la anterior, es la visión de la economía. El crecimiento económico, la productividad, el “ser competitivos en el mercado”, es lo que genera riqueza, y por lo tanto, progreso y bienestar para la sociedad en su conjunto. El discurso que monopoliza los medios de comunicación, defiende esta propuesta a través de políticos, periodistas, economistas, abogados y diferentes profesionales de la tertulia que hacen de altavoz de esta versión.

Si analizamos el resultado de los “Estados del bienestar” y el productivismo-crecimiento, el resultado lo tenemos ya delante de nuestras narices. Los servicios públicos son controlados por las élites utilizando el Estado como garante de sus privilegios: privatizaciones en favor de empresas amigas, favores políticos a cambio de las famosas “puertas giratorias” con los consejos de administración de grandes empresas, sobornos, corrupción, nepotismo, impunidad… el sistema educativo diseñado al servicio del sistema capitalista, que nos enseña a ser buenos siervos, culto al trabajo asalariado, fábrica de emprendedores, nos dicta unas normas éticas y morales adaptadas al sistema, a la productividad, a asumir nuestra condición de esclavos. Un sistema sanitario diseñado para cronificar las enfermedades, al servicio de las grandes empresas farmacéuticas, y un entramado público, pagado por el pueblo, sometido a la gestión ineficaz intencionada para posteriormente justificar el regalárselo a empresas privadas del sector, que ven engordar sus beneficios a costa de nuestros impuestos. El sistema judicial hecho a medida de los que pueden pagarse buenos abogados y los costes judiciales para poder recurrir. Unas leyes a la medida del gran capital, las cárceles, pobladas en su mayoría por personas pobres es un reflejo de ello. (Otro día hablamos de los CIEs: cárceles en las que te ingresan por ser extranjero).

El crecimiento económico como fuente del bienestar es otro dogma impuesto, que nos condena en primer lugar al endeudamiento, que se convierte en el comienzo de la esclavitud, con la obligación de la devolución de la deuda más los intereses correspondientes, y en segundo lugar, al agotamiento de los recursos naturales que ya tenemos encima y la contaminación consiguiente. Es imposible seguir creciendo de forma continuada, se acabó, no es solamente una cuestión defendida tradicionalmente por los movimientos ecologistas, la comunidad científica, los físicos, nos están diciendo que la “fiesta” del consumo y el crecimiento se acabará por el agotamiento de los recursos en los próximos años, de hecho ya existen problemas de suministro de recursos en multitud de lugares del planeta.

Conviene no olvidar, que nuestro modo de vida recae sobre las espaldas de los habitantes de los países del Sur. Para hacernos a la idea, el Estado español consume 3,5 veces los recursos que es capaz de producir. Para traducirlo materialmente, el smartphone que llevamos en el bolsillo no cuesta lo que pagamos por él, si los habitantes de los países donde se encuentran los recursos necesarios, y los de su fabricación tuvieran las mismas condiciones de vida que un europeo, deberíamos de pagar cerca de 3000 euros. La ropa por la que pagamos 20 euros en las tiendas propiedad de millonarios, son fabricadas en condiciones de esclavitud en Asia o en un barco lleno de personas brasileñas en aguas internacionales para saltarse cualquier derecho y no tributar, por tanto, el crecimiento económico, además de ser ya inviable físicamente por falta de recursos, es una inmoralidad que se basa en la esclavitud de una buena parte de la población mundial. Una vaca europea recibe una subvención de 2 euros al día, más de lo que ingresan 2.700 millones de personas en el mundo, para que podamos seguir comiendo carne y lácteos al precio que lo hacemos.

Podría seguir diseccionando nuestro “ejemplar sistema civilizado”, pienso que bien podría dar para un libro de muchas páginas, pero creo que nos sobran argumentos para decir que este sistema no es justo, no es funcional, y atenta contra la vida de los seres vivos y del planeta, en favor de una minoría privilegiada, y los Estados se encargan de garantizar todo este menú.

La alternativa que nos presentan algunos partidos políticos a este sistema, es una reforma redistributiva del capitalismo. Es decir, no modificar las relaciones de poder, disminuir la tasa de beneficio de los ricos en favor de los que menos tienen en sus respectivos países, pero en verdad, dentro de la senda productivista y de crecimiento económico, es decir, seguir ahondando en los graves y más importantes problemas que se nos vienen encima, además de los que ya arrastramos. Bien harían en proponer otros caminos, pero jugando a conquistar el Estado, prima la lógica del poder sobre la pedagógica, nada podemos esperar pues de esta tela de araña llamada Estado, que todo lo que se acerca a ella acaba atrapado en sus redes.

A estas alturas muchas personas pensarán ¿Qué alternativa nos queda?

Está claro que la sociedad que el Estado/capitalismo nos deja en su fase de corrosión terminal, es un verdadero caos para la mayor parte de la población mundial, el desmantelamiento de los Estados como los hemos conocido, la pérdida de las soberanías nacionales en favor de los poderes financieros es ya una realidad, cada vez que escucho a Rajoy diciendo -hablando de Catalunya- que “la soberanía nacional nadie la va a romper” me acuerdo del artículo 135 del panfleto constitucional, que asegura el pago de la deuda privada convertida en pública, mediante los rescates a los bancos… de Merkel, de Rothschild, de Bilderberg y de todos los poderes fácticos que gobiernan el Estado español, Europa y prácticamente todo el Mundo…

Ante este caos evidente en el que nos encontramos, me gustaría señalar la que me parece la apuesta más acertada en la encrucijada en la que nos encontramos, es sin duda, la autogestión, la expropiación de los medios de producción para producir lo necesario, la ocupación de tierras en desuso, o en manos de grandes propietarios, la socialización de los bienes y de los recursos a nuestra disposición, todo desde la perspectiva del decrecimiento, la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida, descomplejizar y destecnologizar nuestras vidas, la sencillez voluntaria, trabajar lo necesario para poder vivir, tener mucho tiempo libre para poder recrearnos, leer, relacionarnos, organizarnos políticamente al margen de las instituciones alejadas de la democracia directa, no delegar en líderes ni representantes, necesitamos tomar las riendas de nuestras vidas para poder ser una sociedad lo más justa e igualitaria posible. Las Cooperativas Integrales, las ocupaciones de tierras y su socialización, la desobediencia civil, la insumisión fiscal y judicial de un sistema perverso, cerrar tu cuenta en la banca privada, hay alternativas como Fiare o Coop57, desconectar en la medida de lo posible del sistema monetario, hay monedas locales, éticas, o criptomonedas como Faircoin que fomenta el bien común. (Un inciso ¿sabes cómo funciona el sistema monetario? De cada euro que ingresas en el banco, este dispone automáticamente de 12 euros para conceder préstamos y practicar la usura, es un dinero que no existe, nunca existió, es la base del crecimiento económico, y la esclavitud, la deuda).

Necesitamos tener una visión poscapitalista, intenta buscar la autosuficiencia energética y de recursos, si no es posible, siempre puedes cambiar tu compañía privada de luz por una cooperativa de consumidores, ya hay varias en el Estado español como Goiener o Som Energia. Aplicar el P2P de compartir archivos en Internet, para el resto de ámbitos de la vida, crear redes para compartir recursos, conocimientos, energía, cultura, intercambio, bancos de tiempo… todo de forma descentralizada.

No hay una respuesta acertada global para todos los problemas que como sociedad tenemos que afrontar, pero hay una cosa fundamental: informarse de las alternativas existentes (algunas las he citado), ponerlas en práctica en la medida de lo posible, aunque sea gradualmente. Y sobre todo, mucha pedagogía, hace falta concienciación, es necesario hacer una labor incansable de divulgación y pedagogía sobre el sistema actual y las alternativas posibles. En ello estamos, y espero que este artículo haya puesto su granito de arena para la causa.

Alex Corrons para laRepública.es

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